La situación en Medio Oriente sigue siendo muy inestable. Aunque el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, haya anunciado un cese de hostilidades entre Irán e Israel, esto no significa que haya paz ni que el conflicto haya terminado pues todavía tiene muchas aristas sin resolver.
Por otro lado, Estados Unidos juega un papel fundamental en este escenario al apoyar a Israel y presionar a sus aliados para contener a países como Irán y Rusia, además de fortalecer su presencia militar en Medio Oriente.
En entrevista exclusiva para Grupo Radio Fórmula, el internacionalista y geopolítico español, Aníbal Garzón, consideró que la región sigue siendo un foco de tensión, especialmente por la política agresiva de Israel en Gaza y las rivalidades con países como Irán, Siria y Líbano.
No hay estabilidad, solo una tregua momentánea
¿Qué tan estable es la situación en este momento en Medio Oriente?
Aníbal Garzón: «Hay que tener en cuenta que no hay estabilidad en la región, sobre todo porque hablamos de enemigos históricos desde la Revolución Islámica de 1979. Uno de los puntos centrales de ese proceso fue la oposición al sionismo, lo que generó un choque histórico entre Israel e Irán a nivel diplomático, militar y armamentístico.
Es cierto que ha habido un salto cualitativo en este conflicto. Los ataques ya no se limitan a un solo territorio. No hay que olvidar quién atacó primero: Israel bombardeó la embajada de Irán en Siria, lo que provocó un intercambio de ataques, primero de Israel a Irán, y luego la respuesta iraní. Esto marcó un cambio importante, ya que el conflicto dejó de ser una rivalidad basada en discursos o bloqueos, para convertirse en un enfrentamiento directo entre ambos países, lo que ha generado mayor inestabilidad.
El cese actual es simplemente temporal. No ha habido negociaciones formales: Israel mantiene diálogo con Estados Unidos, e Irán con su eje de aliados, principalmente con Rusia. Aunque se detuvieron los ataques, el conflicto ha escalado, y eso incrementa la inseguridad en la región.
Además, no hay que olvidar a Netanyahu, quien mantiene una política agresiva contra el pueblo de Gaza y Palestina, sin dejar de lado lo ocurrido en Siria. Su objetivo principal es desmantelar el llamado eje de la resistencia: Palestina, Siria, Líbano, Irán y Yemen. Por eso ya no se trata solo de un conflicto entre Irán e Israel, sino de un conflicto regional con múltiples conexiones entre distintos Estados.
Este cese de hostilidades no ha generado una percepción de estabilidad, sino todo lo contrario. Irán incluso ha roto con la Agencia Internacional de Energía Atómica, argumentando la falta de control real sobre Israel, que nunca ha negado tener armas nucleares. En este escenario de confrontación, Irán no puede desmilitarizarse, porque perdería capacidad de defensa frente a un Israel que sigue adelante con su estrategia. Por eso, aunque los ataques se han detenido momentáneamente, la situación sigue siendo altamente inestable».
‘Lo que hay es una pausa, no una salida negociada’, dice
¿Este acuerdo contempla un fondo político más allá de lo militar, para evitar una reanudación del conflicto?
Aníbal Garzón: «No, en absoluto. Lo que hemos visto es simplemente un cese de hostilidades. Recordemos que hubo una guerra —una guerra de 13 días— y muchas veces lo olvidamos, pero no se ha firmado un tratado de paz ni se ha alcanzado un acuerdo final. Lo que ocurrió fue un alto al fuego, un dejar de dispararse, pero eso no significa que el conflicto esté resuelto.
No ha habido una negociación política de fondo, ni un proceso de diálogo estructurado que conduzca a un acuerdo económico, diplomático o geopolítico. Es un acuerdo mínimo, una pausa en el enfrentamiento, pero no hay una hoja de ruta ni un plan concreto para transformar la situación.
Lo que ha sucedido, en el fondo, ha sido una especie de prueba de resistencia. Israel ha querido medir la estabilidad interna de Irán, su capacidad de respuesta militar y el nivel de apoyo internacional que podría recibir. Ha sido una forma de examinar cómo se posiciona Irán en el tablero regional e internacional.
Por eso insisto: no ha habido una negociación sustancial, y eso nos dice que el conflicto sigue latente. Podríamos hablar ahora de un conflicto de baja intensidad por el número de víctimas, pero el enfrentamiento continúa. No estamos ante un acuerdo duradero ni con garantías políticas. Este episodio es solo una muestra de la inestabilidad que persiste y que, muy probablemente, volverá a manifestarse en el corto o mediano plazo, con riesgo incluso de una escalada regional o internacional».
El papel de Estados Unidos: ¿mediador o agitador?
¿Cuál es el rol actual de Estados Unidos en este proceso?
Aníbal Garzón: «El rol de Estados Unidos es claro: busca eliminar el bloque o la alianza que se está formando en el sur global, especialmente en la zona más oriental, donde se concentran los actores más díscolos de los BRICS. Lo hemos visto con la forma en que Estados Unidos ha generado conflictos como el de Kiev —la guerra de Ucrania 2.0, por decirlo así, en 2022—, que tiene su antecedente en el golpe de Estado de 2014 apoyado por Estados Unidos, y que está enfocado contra Rusia. También se evidencia en la militarización de Taiwán contra China, mediante acuerdos militares, y ahora en el caso de Irán, donde ha dado carta blanca a Netanyahu para actuar contra ese país.
Estados Unidos ha jugado un doble papel: por un lado, supuestamente negociaba con Irán el tema nuclear, mientras por otro lado respaldaba los ataques israelíes. Esto muestra una doble moral muy clara. Además, Estados Unidos busca que los países de la OTAN destinen el 5% de su presupuesto a defensa, dejando en evidencia su intención de eliminar a Irán, que es un socio estratégico de China y Rusia, y clave para controlar Medio Oriente».
Irán, actor estrátegico en Medio Oriente
Aníbal Garzón: «Tras la caída de Siria, el genocidio en Gaza, la situación en Líbano y el conflicto en Yemen, Irán se mantiene como un actor estratégico en la región. Esto incomoda a Estados Unidos, sobre todo ahora que Irán ha establecido relaciones con Arabia Saudita. Por ello, busca eliminar esa barrera para imponer su control sobre Oriente Medio. Al eliminar a Irán, busca además abrir un frente mayor contra Rusia, como se ha visto con el papel creciente de la OTAN.
Aunque Donald Trump dijo que negociaría con Putin, lo cierto es que esta estrategia no es solo de él. Ya en 2014, Obama había planteado que los países de la OTAN debían aportar el 2 por ciento de su presupuesto. Trump lo elevó al 5 por ciento. Es una estrategia continua, tanto del Partido Republicano como del Demócrata, impulsada por el establishment estadounidense, que busca reforzar la presencia militar global frente a cualquier alternativa que ponga en jaque su hegemonía financiera e internacional.
La estrategia de Estados Unidos en Irán y en otros conflictos ha sido clara: eliminar cualquier alternativa a su dominación. Para ello, se apoya en sus socios o “satélites”: la OTAN, países europeos, Israel, gobiernos de derecha como el de Javier Milei en Argentina, o aliados en África y Asia. Busca constantemente generar conflictos y guerras regionales para mantener su estatus de superpotencia mundial.
Esto se ve cada vez más claro con el crecimiento del papel de Trump, aunque no se trata de una agenda personal, sino de una estrategia consolidada desde la Casa Blanca. Frente a esta amenaza, países con sistemas muy distintos (como Irán, China, Rusia, e incluso Corea del Norte) han establecido alianzas pragmáticas para resistir las injerencias. Esto ha provocado un escenario de inestabilidad mundial cada vez mayor, por el papel amenazante que sigue desempeñando Estados Unidos».
La guerra entre Irán, Israel y Estados Unidos se prolongó durante 12 días de intensos enfrentamientos, en los que murieron más de 600 personas en Irán y cerca de 30 en Israel, de acuerdo con cifras oficiales. El cese al fuego permanece en suspenso y, hasta ahora, carece de garantías políticas reales. El conflicto marcó una escalada sin precedentes: hubo ataques directos contra científicos nucleares e infraestructura militar, así como el uso de misiles balísticos y bombardeos aéreos respaldados por Estados Unidos bajo la llamada “Operación Midnight Hammer”. En los próximos días la segunda parte de la entrevista a Aníbal Garzón, geopolítico e internacionalista español.